SOBRE NOSOTROS
Cerrajería Express Querétaro. Servicio a Domicilio 24 horas, Apertura de Casas y Vehículos, Elaboración de Llaves, Cambios de Combinación, Cajas Fuerte, Instalación de Cerraduras, Controles Remoto y Carcasas, Baterías para Llaves y Controles. Cerrajeros en Querétaro desde 1931.

Romualdo Piña Vega "El cerrajero de las llaves de oro"
Extracto del libro; Querétaro en el siglo XX - Andrés Garrido del Toral (cronista de la ciudad).
Don Romualdo se vino de apenas quince años a la ciudad de Querétaro(1931), sin familia, para trabajar en diversos oficios y ocupaciones, relacionados todos con la herrería, incluyendo la fina, como la elaboración de chapas y llaves de precisión, entendiéndole incluso a las fabricadas en Alemania, las más sofisticadas. También se dedicó al comercio de fierros y herrajes, estableciéndose en la calle independencia, cerca de la lúgubre Casa de la Zacatecana...
¡Tal era su imaginación y talento! A nuestro personaje se le debe haber traído a Querétaro la primera máquina copiadora de llaves, de la marca Marcote precisamente... e inventó la rústica y parroquial publicidad de "llaves al minuto". Grababa en las copias de las llaves que maquilaba el letrero "Cerrajería Piña, Querétaro, Mex." resultando toda una novedad. También en 1936 les imprimía a sus copias letreros gariboleados o artísticos.
Se dedicó a reparar, reconstruir y abrir cajas fuertes, trabajandole a Secretaría de Hacienda y Crédito Público para la guarda de los valiosos timbres fiscales. También trabajo para Telégrafos Nacionales y Ferrocarriles Nacionales, pues les urgía a estos organismos descentralizados guardar los giros y otros valores, ya que no había empresas privadas que trasladaran valores en la ciudad. Esta habilidad le permitió conocer las riquezas de las familias queretanas, conservando siempre la discreción, la ética y el secreto profesional, a grado tal que en la actualidad esos clientes no aceptan el servicio de ningún cerrajero o especialista del giro que no sea de la descendencia Piña. Su trabajo era tan profesional que con sus estándares de calidad en seguridad los ladrones no podían con su tecnología (los mecanismos de seguridad eran casi todos forjados por herreros).
Muchas veces lo buscaban los abogados más afamados de la ciudad para que los acompañara a diligencias de embargo y cateo... La industria del Hierro lo contrataba para abrir hasta quinientos candados de los lockers de los obreros, también arreglaba las cajas de seguridad de los bancos. Lo mismo hizo en las oficinas del IMSS y el ISSSTE en sus antiguos domicilios, ubicados en Juárez y Plaza de Armas respectivamente.
Para terminar contaré una anécdota, en relación a un cliente ingrato:
"Un acaudalado comerciante fue a buscar a Don Romualdo para solicitar su apoyo de manera urgente, para abrir una caja fuerte. Cuando llegaron a la oficina del cliente -Don Romualdo y su hijo menor- ya los esperaba el rico comerciante con mucha impaciencia, mismo que los invito a pasar a donde se encontraba la caja de caudales y le ordenó que empezara a trabajar mientras él iba a organizar a sus trabajadores. ¡Tal era la confianza que los queretanos le tenían al señor Piña!"
En media hora terminó su trabajo, pero el dueño tardó unos cuarenta minutos en regresar y al ver a don Romualdo en una actitud despreocupada pensó el comerciante que no había podido realizar la apertura, a lo que éste procedió a abrir y cerrar el mecanismo, informándole al cliente que ya estaba hecho el trabajo. Éste le preguntó sobre el precio y Don Romualdo contestó que eran doscientos cincuenta pesos. El comerciante respingó y comentó que era mucho dinero, que a sus trabajadores les pagaba veinte pesos por día, en ese lejano 1963. El cerrajero sólo contestó de manera tranquila: "Ponga usted a uno de sus trabajadores a abrirla y si tarda quince días en hacerlo todavía usted sale ganando, así que con su permiso me retiro".
Transcurrió un día entero sin que los Piña supieran algo del empresario deudor. Al día siguiente - a primera hora- ya estaba en la cerrajería una persona pidiéndole que fuera a realizar un servicio al mismo domicilio y Piña Vega le dijo de manera anticipada que el servicio le costaría quinientos pesos por adelantado y el servicio se realizaría hasta el día siguiente. El emisario del codo empresario repingó por qué eran quinientos y no doscientos cincuenta como la vez anterior. A lo que Don Romualdo respondió con seguridad y decencia que "incluía lo del primer servicio, si no busquen quien les cobre más barato". Compungido el emisario acerto a decir que ya habían buscado todo el día anterior. Por lo que Don Romualdo terminó abriendo la caja dos veces y cobrando sus quinientos pesos.